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lunes, 21 de enero de 2013

Aspirinas a euro

· El copago sanitario, cómo nos afecta y el por qué de su puesta en marcha.
· Las recetas pasarán a costar entre un 10% y un 60% más, según renta o situación laboral.
· El objetivo es la modificación de la financiación de la sanidad pública y no de carácter "recaudatorio", porque tiene un "escaso impacto económico", expresó Ignacio González.
· si el Gobierno se preocupase más en recortar en duplicidades administrativas y en perseguir el fraude fiscal, no haría falta esta medida” – José, policía municipal Comunidad de Madrid.


Mientras me organizaba para plantear y dar forma al siguiente reportaje, me llegó al recuerdo la novela Mujercitas de Louise May Alcott. En ella, con el marco de la Guerra Civil Norteamericana en pleno apogeo, cuatro jóvenes y su madre tienen que hacer frente a las vicisitudes de una familia “tipo” del momento, pero sin contar con padre y marido correspondientemente ya que está en el frente, y unos ingresos muy escasos. Estas dos situaciones llevan a lo largo de la novela a Josephin, la hermana mayor, a elegir como su acompañante y futuro marido  Theodore Laurence, un joven apuesto y de clase media alta, al que no ama pero que está dispuesto a colaborar con la familia económicamente. Y los más importante, pagar los medicamentos Elizabeth, la tercera hermana en discordia, que contrae escarlatina.
Con dicha imagen en nuestro recuerdo como símil al tema que vamos a analizar, y que más adelante volveremos a citar, nos centraremos primero en cómo nos afecta a todos la imposición del copago sanitario en un país donde está reconocida constitucionalmente la universalidad de la sanidad pública y gratuita para los ciudadanos que la componente.
En primer lugar, esta propuesta obtuvo la forma necesaria para su puesto en funcionamiento cuando el Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, sacó el hacha de los recortes y anunció la creación de una nueva tasa de un euro por cada receta expedida el pasado mes de octubre, el conocido copago farmacéutico (aunque sería más correcto hablar de “repago farmacéutico”, como afirmó el propio presidente durante la citada sesión el parlamento de la comunidad). Así, La Comunidad de Madrid es, después de Catalunya, la segunda comunidad que cobrará un euro por receta médica, con el fin de reducir el gasto farmacéutico.
Esta tasa, que entró en vigor el 1 de julio del pasado año con objetivo la modificación de la financiación de la sanidad pública, y no de carácter "recaudatorio", porque tiene un "escaso impacto económico" como expresó Ignacio González, afectará de la siguiente manera a los ciudadanos que, de por sí, ya pagan en sus impuesto vía IRPF un porcentaje adscrito a la seguridad social, a la sanidad pública y gratuita.
Así se acaba la gratuidad de los medicamentos y expedición de recetas para los jubilados madrileños. Estos pasarán de no pagar nada por los medicamentos a abonar entre un 10 y un 20% dependiendo de su renta. Los trabajadores en activo también pagarán más. De un 40% del coste total del medicamento pasarán a pagar entre un 50 o 60% del total en función de sus ingresos. Además, alrededor 420 medicamentos dejarán de tener financiación pública y el paciente tendrá que pagar el coste total de dicho producto, salvo excepciones de intervención hospitalaria o enfermedades crónicas en las que se pagará como máximo un porcentaje del 10%.
Como comentamos, esta medida contempla la renta del ciudadano para dar forma a la cantidad del copago de los medicamentos que necesite o le sean recetados en base a la siguiente cantidad de renta:
-              Menos de 18.000 euros: 40% del valor del medicamento.
-              A partir de 18.000 euros: 50% del valor del medicamento.
-              Más de 100.000 euros: 60% del valor del medicamento.
¿Cómo entonces saber qué porcentaje le corresponde pagar a cada ciudadano? ¿En necesario entregar anualmente los documentos de nuestra renta para poder obtener un bore de aspirinas? No, no se preocupen, porque también han pensado en ello. Esta norma implica la implantación de nuevas tarjetas sanitarias que incluyan los datos tributarios de cada uno. De esta manera cuando se acuda a la farmacia le cobrarán lo que corresponda según sus ingresos. No quedan flecos sueltos si es lo que en algún momento hemos pensado.
Como hemos expresado en párrafos anteriores, el copago sanitario se plantea con un doble argumento, a saber, por una parte frenar el gasto público y de esta manera sanear las cuentas del Sistema Nacional de Salud. Con esta medida el Gobierno aspira a conseguir un ahorro de más de 3.000 millones de euros. También se busca reducir las visitas innecesarias al médico y el coste que suponen al Estado.
Personalmente, me quedaba con la duda de cuál sería la opinión de los profesiones del campo de la medicina, especialmente aquellos que se dedican a lo que se ha conocido siempre como medicina de familia, o médico de cabecera. Una encuesta llevada a cabo por la Sociedad Española de Médicos de la Atención Primaria revela que el 86% de estos facultativos se muestra a favor de instaurar “alguna forma de copago”. Opinan que es necesario para reducir las consultas no necesarias y para contribuir a la financiación del Sistema Nacional de Salud. Y esta misma encuesta, cuyos datos están disponibles en la página de la sociedad, recoge que el 47% de los médicos preguntados opinan que lo mejor es cobrar por cada consulta, y el 33% por cada visita innecesaria al médico.
Por lo que vemos, en el oficio de la medicina existe una opinión conjunta, más positiva que negativa, referida al copago financiero. Pero con una subtrama de la que nadie se ha atrevido a hablar, como profesional de la medicina, y mucho menos de carácter político de nuestro país. Esta es el despilfarro económico en el campo de la sanidad. Así como en el resto de sectores de la gestión pública.
Es por ello que, como de costumbre en el empleo de la profesión del comunicador, buscamos la información en la calle y no en las fuentes cercanas a las instituciones. Así, personalmente me aventuré en mi bar de costumbre para conocer la opinión del respetable.
Como resumen os diré que unos se postulaban a favor y otros en contra. Sin embargo despertó en mí la opinión de un joven que ocasionalmente frecuenta dicho Bar. José, policía municipal de Madrid, comentó lo siguiente: “No se debe cobrar por receta. Se deben racionalizar los medicamentos y recetar los que se necesiten. Eso es ahorrar, evitar que los domicilios tengan más medicamentos que las propias farmacias. Si el Gobierno se preocupase más en recortar en duplicidades administrativas y en perseguir el fraude fiscal, no haría falta esta medida”.
Acto seguido de escuchar la opinión de José, afirmé rápidamente en mi interior su declaración. Y lo hice porque la realidad social y política de nuestra actualidad así lo refleja. Es decir, en pleno siglo XXI, después del enamoramiento global que supuso durante los pasados dos siglos anteriores la llegada de las democracias y la creación de los estados del bienestar, ha llegado el momento tras la aguda crisis que nos acaece menos cavar ese trabajo construido por generaciones y que se ha enfrentado a diferentes terremotos sociales, como guerras, dictaduras, reformas e imposturas políticas.
Empezando por que se trata de una medida con carisma ilegal, ya que, como recoge nuestra Constitución, así como la Ley Fiscal de España, no se puede grabar dos impuesto sobre un mismo bien o servicio. Hecho que ocurre en la imposición de la tasa del copago sanitario, por la que pagamos los madrileños por dos vías distintas ahora, y por lo cual se ha elevado al Tribunal Constitucional. Como también ocurre con el debate de los parquímetros, ya que pagamos en la compra de un vehículo el impuesto de circulación, y sin embargo después estamos obligados al circulas con él, pagar su estacionamiento.
A tenor de lo expuesto hasta ahora, y ya que hemos mencionado la temible palabra “crisis”, podría olvidarnos de las connotaciones negativas de esta media y pensar como bueno ciudadanos, “bueno, todo sea por arrimar el hombre y salir del hoyo”. Y esto podría ser así porque, en cierta medida las cifras en Cataluña han acompañado la medida, ya que en los 11 primeros meses de 2012 se gastaron 1.190 millones menos que en el mismo periodo de 2010. Lo que conllevó una recaudación de 50 millones por el euro por receta.
Pero de nuevo sobrevolaron mi cabeza las palabras de José cuando decía “si el Gobierno se preocupase más en recortar en duplicidades administrativas y en perseguir el fraude fiscal, no haría falta esta medida”. Y es que esta es la gran verdad que se escucha en la calle, y en la que todos, sin importar nuestros ideales político u opiniones personales sobre gobiernos presentes o pasados, estamos de acuerdo. Se está recortando en inversiones al I+D de España, en hospitales, en servicios públicos para los más necesitados, en infraestructura, en educación superior así como en otros muchos campos imprescindibles para el correcto desarrollo económico de un país. Pero lo aceptados por la situación que vivimos. De la misma manera, este dinero recortado, se ha desviado en cierta medida a la financiación del sector financiero del país, también imprescindible para recuperación económica. Y, aunque con grandes vacios informativos por parte de las instituciones del Estado, las hemos aceptado.
Pero donde no se ha recortado con demasiado entusiasmo es la duplicidad de órganos públicos y empresas del mismo carácter, que viven de los mismo presupuestos del resto de sectores, así como de nuestro bolsillos. No se ha recortado el sueldo de en lo que se han convertido los políticos, una clase paralela al resto de la sociedad, y que suponen un enorme gasto tanto económico, como social y moral a estas alturas de la situación del país.
Aunque con propuesta planteada, tampoco se ha recortado a gran escala en la financiación de los partidos políticos, de los sindicatos, de las fundaciones estatales y de otros organismos de carácter político. Pero si se subió el IVA, no solo para los artículos de lujo, sino para todos, hasta los de primera necesidad como son nuestros protagonistas, los medicamentos.
Y tampoco han mostrado tanto interés, como comentaba nuestro ya amigo José, en perseguir con el mismo auge el fraude fiscal, la salida de capitales, la economía sumergida y el blanqueo de capitales como si lo han hecho en mermar los derechos de todos nosotros a disfrutar de una sanidad gratuita.
Si señores, derechos. Porque disfrutar de una atención sanitaria de calidad y gratuita séase el individuo un jubilado, o un pequeño de tres años, es un derecho por el que en este país se ha luchado mucho. Y así lo refleja nuestra historia reciente.
No seré yo quien niegue que sea cierto que se ha despilfarrado en el sector sanitario. Y que en muchos términos los ciudadanos hemos abusado de este sistema. Pero estas situaciones se han de corregir, no de castigar. Ya que en definitiva, son los componentes de un estado, sus ciudadanos, los que de buena ganan construyen y mantiene a este.
Es por ello que las instituciones deberían centrar estos esfuerzos en generar un circulo sanitario sostenible, fomentado el uso responsable del mismo, y no una media “disuasoria” como recordamos manifestó Ignacio González.
Así, mientras llega este día en el que la clase política centra la atención en el buen hacer y no en los argumentos banales, tendremos que, como hizo la joven Josephin en la novela de Mujercitas, buscarnos un acompañante de nivel, dispuesto a financiar los medicamentos de nuestra familia, aunque sea solo por el interés.

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