El Apocalipsis, que en griego
significa revelación, es el último libro del Nuevo Testamento y, por tanto de la Biblia. Se especula que podría
haber sido escrito a finales del s. I, y su autoría es atribuida a San Juan
Evangelista desde el IV Concilio de Toledo, ya que el autor habla de él mismo
como un judío desterrado en la isla de Patmos, características fácilmente asimiladas
al apóstol.
El texto apocalíptico describe
los sucesos como si el fin hubiese llegado ya. Es la exaltación y el anuncio de
esperanza.
En el mundo cristiano la
divinidad es aritmética y geométrica; los números tienen importancia y un gran
simbolismo. Tanto es así que en el libro del Apocalipsis hay una serie de
números que se repiten constantemente: tres, cuatro y siete. Además esta
repetición numérica se hace palpable en las representaciones iconográficas que
podemos observar, por ejemplo, en los Beatos.
El número siete es el más
repetido en toda la Biblia: son siete sacramentos, también los siete pecados
capitales, siete dolores son los de la Virgen, es el número de orificios de la
cabeza a través de los cuales el hombre percibe el Cosmos y siete los dones del
Espíritu Santo. Sin embargo la presencia de este número en el Apocalipsis es
especialmente notable.
El siete representa al hombre,
unión entre materia (cuatro) y espíritu (tres). Es probable que su presencia
continuada y reiterada en el texto apocalíptico sea porque los hombres son
aquellos que sufrirán los cataclismos y castigos diversos que Dios envía a la
Tierra para castigar a aquellos que no han creído en Él y premiar a todos los
que le guardan fidelidad. De hecho siete es el numero de cataclismos que son
resultado de que el Cordero abra los siete sellos, los ángeles toquen las siete
trompetas y se derramen las siete copas.
El tres es, además de ser,
obviamente, el número de la Trinidad, el carácter espiritual del hombre.
Representa también el principio masculino, que sumado al femenino (dos) es el
origen del mundo.
Su presencia en el texto
atribuido a San Juan está presente sobretodo en los cataclismo, ya que cuando
uno de estos se presenta ante el hombre suele afectar dividiendo en tres la
totalidad (ya sea una tercera parte de la tierra, las aguas...). Es probable
que se trate de una manera simbólica de representar que no todos los hombres
fallecerán tras los cataclismos, sino que habrá una pequeña parte de la
población que se salvará mediante su fe en el Creador.
Respecto al número cuatro debe
decirse que este se identifica con la materia y el mundo terrenal: los cuatro
elementos, los puntos cardinales, las cuatro estaciones... En el Apocalipsis se
plasman en los jinetes de los primeros sellos que serán abiertos, los ángeles
del Éufrates... Este número referencia a todo
aquello que acontecerá en la Tierra.
Una Tierra (4) creada por Dois (7) para el disfrute del Hombre (3), pero que, por sus pecados, será juzgada y conducida a Armegedón según San Juan. A su Apocalipsis. Unas cifras que sumadas dan como resultado 14. Y que, casualidad, coinciden con la suma del pasado año 2012, tan promenso a la especulación del fin del mundo.
Así que ¿nos encontramos de nuevo ante el cumplimiento del famoso Calendario Maya? ¿Hemos de consultar la obra profana de Nostradamus? ¿Es el inicio del Apocalipsis bíblico? o son meras especulaciones y teorías conspiratorias.
Solos los pasos de la humanidad ante los acontenciminetos de nuestra aldea global darán respuesta a nuestras dudas.
Mientras tanto, la simbología de los números está presente en cada aspecto de nuestra cultura.
Maria Parra Fraile, Licenciada En Historia del Arte UCM.
No hay comentarios:
Publicar un comentario