El Ju-rei: mística y origen
“En
uno de mis viajes a Tokio por motivos laborales, me recomendaron que visitase
el monte Hakone, a los pies del Fukujima. Así, en uno de los días que me pude
escapar de mis obligaciones, me decidí a pasar el día yo solo en ese monte del
que todo el mundo me hablaba. Un tren bala desde Tokio me llevó a un pequeño
pueblo característico de las zonas rurales del Japón a la orilla de un lago y
bajo el fastuoso Fukujima. Cedros y cerezos rosados cercaban el camino de
piedras, barro y helechos que me llevaron a un embarcadero donde unas pequeñas
barcazas transportaban a los turistas a las faldas del monte Hakone, al otro
lado del lago. Niebla y silencio, solo roto por el repetitivo ruido del motor a
gasolina de la barca, fueron los acompañantes de viaje por el lago. Una vez en
la orilla más norte, y ya en tierra, solo la imagen del enorme monte puede
sacarte del trance producido por el viaje sobre el lago, y del Tori, la puerta
o entrada característica de los santuarios japoneses, que marca la entrada a
otro mundo; al mundo de los espíritus. Decidido a subir por las escaleras
marcadas por el Tori, que me llevaría a la cima y al santuario, la duda, y por
qué no, el miedo, me hacen imposible subir. El paisaje, el atardecer, el Tori,
los monjes que intuyo en las sombras pero que no veo, me hacen entender que en
estos bosques, que en la cultura de la nación del sol naciente, las fronteras
culturales entre dos mundos, el de “ellos” y el de “nosotros”, están más unidas
que en ninguna otra cultura. Fui consciente de que Japón no es tan solo el país
de las grandes tecnologías y las centrales nucleares, sino que esconde un sitio
privilegiado para lo espiritual. Así que por respeto, repito, tal vez por
miedo, tomo la última fotografía para mi reportaje, doy la vuelta y me voy.”
Estas
son las palabras de Juan Antonio Sanz López (Redactor Departamento de
Internacional en Agencia de noticias EFE y Delegado por Japón y Corea de 2004 –
2006) cuando Iker Jiménez, el famoso periodista de lo paranormal, en su
programa Cuarto Milenio en una edición dedicada a los misterios de la cultura
japonesa, fue preguntado sobre los mitos que sobreviven hoy en la nación de las
grandes tecnologías. Su respuesta es clara y concisa: “Creen en ellos. Y al
creer los mantienen vivos. Nosotros, no creemos en fantasmas. Por eso al verlos
tan reales, nos dan miedo”.
Y es
que esta es nuestra pregunta, cómo en el mundo actual, el mundo de las
tecnologías de la información, del cine digital y 3D, una cultura como la
nipona puede encerrar y mantener una estrecha frontera con el mundo del mas
allá aún en nuestro tiempos, y conseguir plasmarlo de manera tan
fantásticamente terrorífica en el cine contemporáneo.
Para
encontrar un atisbo a la respuesta que buscamos, analizaremos los orígenes de
las leyendas y fantasmas que encontramos en las películas de hombres como Takashi
Shimizu (Director de Ju-on) y Hideo Nakata (Director de Ringu),
que utilizaremos como ejemplos en estos párrafos, así como analizar esos
orígenes y las características o patrones de los fantasmas de las leyendas
japonesas trasladadas a la gran pantalla.