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lunes, 13 de mayo de 2013

Implantación mediocre. La actual universidad española


  • Analizamos, en un breve recorrido por el Plan Bolonia es España, como está situada la educación universitaria en nuestro país.



Hace unos meses, una compañera de clase que realiza prácticas en los estudios de Inforadio en la facultad de Ciencias de la Información de la UCM, me pidió mi colaboración para terminar un ejercicio evaluado de la asignatura para la que realiza estas prácticas.
El ejercicio consistía en, a través de una breve pregunta, conocer la opinión de algunos alumnos de la Complutense sobre la implantación del Plan Bolonia en las aulas de la misma, ya que se cumplía el 3º aniversario de entrada en vigor. 
Sin dudarlo acepté. La situación ofrecía la posibilidad de ayudar a un compañero de estudios, y además me permitiría dar mi abierta opinión en un medio sobre un tema que me incumbe y afecta de manera personal.  
Como ejercicio era necesario, no solo grabar la opinión, sino transcribirla para su entrega al tutor de la práctica, así como a los miembros pertinentes que componen Inforadio. Supuse pues, que esta sería una medida de "control" sin mayor relevancia. Aunque más tarde podremos razonar que no fue así.

A continuación publicamos el contenido de la breve entrevista:


Pregunta - "¿Crees que la implantación de Plan Bolonia en el sistema universitario español está siendo el adecuado?" 

Respuesta - “Considero que la implantación es mediocre, inadecuada e insuficiente Razonaré mi respuesta en torno a 3 puntos.
1. El problema de la implantación del plan en España es que la inversión en recursos para educación es escasa de raíz y mal gastada desde hace mucho tiempo desde el propio gobierno y desde los departamentos de investigación de las universidades. Por lo que se deduce que la implantación de un proyecto educativo que pretende igualarnos al nivel de Europa es inadecuada e insuficiente sin haber arreglado nuestros problemas internos en materia de educación.
2. En segundo lugar, y aunque se hubiera logrado una correcta implantación, los pequeños reinos de taifas en los que se han convertido las cátedras y sus departamentos, impediría de lleno el uso adecuado de los recursos, tanto económicos como educativos, del plan Bolonia para el alumnado. Ya que estos mismos departamentos priman su ego por encima del de los demás, antes que por el interés en la enseñanza de conocimientos a los alumnos.
3. Y en tercer lugar diré que es mediocre su adaptación en consonancia con el nivel del alumnado universitario español, que es pésimo. Mientras no se entienda que estos recursos están destinados para preparar a una sociedad útil y no para gastar subvenciones en asociaciones estudiantiles o en clubs de recreo político, no encajaran tales planes educativos, como es Bolonia, en la estructura educacional de España”.

Tras terminar la grabación y transcripción de las líneas de arriba y darnos las educadas gracias y de nadas por la colaboración mutua, mi compañera me animó a escuchar el resto de opiniones obtenidas, así como la mía propia, en el programa en el que se emitirían más tarde ese mismo día.

Hasta el momento, y con el sabor de haber hecho algo correcto y útil, no cabía ninguna sospecha.

Sin embargo, la sorpresa llegó cuando a la citada hora, en el programa se escucharon opiniones en consonancia positiva con la implantación del plan, aunque cierto que no de acuerdo en su totalidad, y las menos con cierto carisma negativo referido a la forma de este y su implantación, pero que le daban un aprobado, y ni rastro de opiniones contrarios y mucho menos de los párrafos facilitados en este reportaje.

Escuchado lo cual, servidor comenzó a cavilar. Un primer razonamiento giró en torno a la idea de que mis palabras no hubiesen conseguido traspasar las barreras del "control" rutinario que supuse. La otra opción haría referencia a que no hubiese quedado tiempo literal para la emisión de más contenido.

Resignado, opté por aceptar la segunda opción, en la que el inexorable tiempo impidió dar cabida a más resultados.

A pesar de ello, generó en mi persona una duda. Ya que como estudiante universitario, conozco de primera mano la opinión y el saber de muchos de mis compañeros sobre la implantación del Plan Bolonia. Parecer sobre el que me atreveré a decir que no es en grado alto positivo, y que se contrapone sin embargo a la opinión que se pudo entender (o "mal interpretar", si lo prefieren así) de las entrevista emitidas.

Y la duda, como decimos al margen de la opinión generalizada del alumnado, es si los problemas que está planteando el Plan Bolonia son puramente económicos, políticos, educativos, o existe otro trasfondo que impide que este plan europeo funcione en las aulas universitarias de España.

El sube y baja de los recortes.
Así, si analizamos la situación de la actual universidad española, adscrita al Plan Bolonia, desde un punto de vista económico y político, no podemos obviar  a tan repetido término en todos los medios durante los últimos 5 años: La crisis.

La enseñanza universitaria sufre una reducción del 62,5%, pasando de los 399,6 millones de euros en 2011 a 149,6 millones en 2012.

La crisis económica ha golpeado con dureza los cimientos económicos de nuestro país. Desde un punto de vista macro y micro. No solo la fórmula económica del Estado se ha visto afectada, sino que por ende se ha visto afectada la situación social de la población. Y aunque sin entrar en análisis profundo sobre este campo, si la economía afecta a la estructura principal del estado de Bienestar, los primeros que sufren las consecuencias son los servicios sociales y públicos.

En este contexto, donde los temibles “recortes” afectan a nuestra sociedad del bienestar, los primeros pilares de esta en sufrir son la salud, la accesibilidad y cohesión social, I+D del país y la educación. En nuestro caso, la educación universitaria. Así pues, el Gobierno actual, es vistas de una posible recuperación económica, está disminuyendo de los presupuestos del estado las aportaciones monetarias en estos campos. Por ejemplo en el campo que nos ocupa, ha decidido recortar más de 623 millones de euros en el presupuesto destinado a Educación, lo que supone un 21,9% menos que en 2011. En concreto, la enseñanza universitaria está una reducción del 62,5%, pasando de los 399,6 millones de euros en 2011 a 149,6 millones en 2012.
Esta decisión, como era de esperar, ha despertado la preocupación en el ámbito docente, el cual se ha visto muy afectado por los numerosos recortes educativos. Los recortes en las universidades están provocando problemas de tesorería, pago de nóminas, deudas a proveedores, despido de profesores y falta de inversiones y equipamiento, lo que llevará a una reducción de facultades. Dos de estas medidas ha sido el incremento de las tasas universitarias y la dificultad de acceder a becas de estudios superiores.
En cuanto la subida de tasas universitarias, a petición del Ministerio de Educación, aunque no ha habido un aumento generalizado para todas las titulaciones este año lectivo, solo algunas han incrementado entre 200 y 300 € más que el año anterior, sin tener en cuenta las segundas y terceras matriculaciones. Según Lucia Figar, consejera del ramo, la subida por cada crédito fue de media entre cinco y seis euros. Con esta subida de tasas, el ministerio pretendía recaudar unos 175 millones de euros solo en la Comunidad de Madrid. Tasas que han afectado en mucho las posibilidades de estudio de los alumnos, que en algunos casos han tenido que abandonar los mismo, debido a que, en esta misma situación de crisis en la que se están dando estos recortes, sus familias no pueden pagar sus matrículas y el paro juvenil por encima del 25% impide que se puedan financiar los estudios de manera propia.
En la misma línea El Ministerio de Educación, que otorga las becas universitarias, ha endurecido las condiciones para obtener la misma. Durante este curso será necesario tener un 5,5 de media para conseguirla y aprobar un 90% de las asignaturas cursadas hasta el momento, para mantener la beca. El alumno que no supere el 50% de las asignaturas matriculadas tendrá que devolver el dinero que ha recibido. Además para el próximo curso 2013-2014, para poder acceder a las becas del Ministerio, habrá que tener de media un 6,5 y tener  todas las asignaturas superadas.
Estas medidas impuestas por el actual Gobierno y el Ministro de Educación, José Ignacio Wert, tienen como objetivo principal, a parte del ahorro, que las Universidades no se conviertan en expendedoras de títulos para todos aquellos que accedan a estudios superiores, sino que exista cierto equilibro de calidad. Es decir, que se convierten en medidas preventivas para que, aquellos que estén decididos a estudiar, lo hagan con las mismas facilidades de antes pero subiendo las medidas de corte.
Con medidas como estas, se pretende igualar la “calidad” a las nuevas categorías europeas. De hecho, en palabras de propio ministro, lo que se pretende es que la “élite enseñe a la élite, en un entorno correcto para la enseñanza superior, la enseñanza universitaria”. En definitiva igualarse a las nuevas formas europeas de educación, de ahí la aprobación pasada del Plan Bolonia.
Pero de nuevo, los recortes impiden que la “calidad” universitaria española aumente. Ya que, para que se enseñe, en necesario tener un cuerpo de profesores capaces, y los recortes lo impiden. Los centros cubrirán la baja de los profesores con sus propios recursos, siempre y cuando esta no pase de los diez días, en vez de los tres días que eran antes. El no introducir en los centros a profesores que sustituyan las bajas podrá dejar a alumnos sin clase durante varios días, ya que aunque lo intente cubrir con sus propios recursos, los alumnos perderán el ritmo de estudio que tenían con el titular. Y en segundo lugar existe la medida sobra la tasa de reposición de los docentes reducidas un 10%. Las plazas que se han ofertado para poder acceder al cuerpo docente ha sido de 190, un 10% menos que el año anterior. El número de plazas es mucho menor al número de jubilaciones que han tenido lugar en los centros educativos de la Comunidad de Madrid, por lo que han quedado más vacantes, pero no se pueden cubrir porque no hay recursos suficientes.
Es por ello, como enunciábamos en párrafos más arriba, que el intento de equiparar la educación española al nivel europea a través de recortes durante un periodo de crisis es una pedida imposible, por no decir una mentira. Para alcanzar los niveles del resto de países de la UE es necesario un proyecto educativo completamente nuevo, que articule unos nuevos cimientos para dar formar a la estructura educativa del país. Reforma que ha de atravesar desde la educación infantil, hasta la universitaria, en todos los estadios de la educación. Y para la que es necesario también un desembolso económico importante, que los actuales recortes impiden.
Pero, sin embargo, el que existan recortes sobre los presupuestos para la educación, y especialmente los dirigidos a la superior, no es más que la punta del iceberg de los problemas que arrastra la estructura de la educación universitaria española. Existen muchos otros, entre ellos uno que servidor considera imprescindible solucionar: Una mediocre implantación del Plan Bolonia.
La realidad de Bolonia
El Plan Bolonia, que fue objeto de especial atención informativa antes de su implantación, sobre todo debido a la contestación que generó, tanto por parte de los estudiantes como de los profesores, en la actualidad pocos medios de comunicación hablan de este plan europeo, entre cuyos principales objetivos cabe destacar la mejora de la calidad de la educación superior y la movilidad de los estudiantes dentro del llamado Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Sin embargo, como hemos enunciado en la introducción de este reportaje, la preocupación por su implantación adecuada o no, es un problema latente tanto en el profesorado y los estudiantes. Y si cabe más por los estudiantes.
Y es que, por mucho que se intente esconder, las dificultades en su implantación son evidentes. La implantación del Plan Bolonia (que algunos han comparado con la del euro, no tanto por tratarse también de ámbito europeo sino sobre todo por su complejidad) no ha sido una tarea nada fácil. Los elementos comunes de los sistemas universitarios de los países de Europa eran, antes del Plan, escasos. "Como todo proceso de cambio en una máquina grande y antigua, su implantación ha producido muchos chirridos. De todas formas, no sé hasta qué punto es Bolonia quien ha provocado los chirridos o es el modo en el que se ha implantado Bolonia en cada Facultad en concreto", dice Arturo Elosegi, catedrático de ecología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco, en una entrevista realizada en educaweb.com.
Elosegi recuerda que "el Plan Bolonia daba la oportunidad de rediseñar el mapa de titulaciones y los contenidos de cada titulación, y de hacerlo no en base a los equilibrios de poder de los distintos ámbitos universitarios sino en base a lo que se supone que debería saber hacer una persona con una determinada titulación, eso que hoy en día llamamos las competencias. Mi impresión es que ha habido grados que se han diseñado siguiendo criterios muy razonables, mientras que en otros se ha perdido una  oportunidad de oro y han mantenido el status quo". Y añade: "Cuando comento con mis colegas los problemas que produce la implantación del Plan Bolonia, me da la impresión de que las distintas opiniones que recibo reflejan más las peculiaridades de cada departamento (elementos como la proporción de estudiantes por profesor) o las preferencias de estilo de cada persona, que una fortaleza o una debilidad real del Plan".
Hace una década que empezó el largo proceso de reconversión al modelo Bolonia, un proceso que Esther Giménez-Salinas, que ha sido rectora de la Universitat Ramon Llull durante todo el proceso de adaptación de la universidad al Plan Bolonia (dejó el cargo a finales del curso 2011-12) describe como "un inacabable tejer y destejer en función del ministro o de la ministra de turno. En estos años hemos tenido hasta seis ministros de Educación, cada uno de los cuales ha querido implantar su programa, con la consiguiente destrucción de una parte de lo que se había realizado anteriormente. Así hemos hecho y deshecho el camino hasta alcanzar la meta de la implantación de Bolonia en 2008, con seis años de retraso respecto la media europea", subraya Giménez-Salinas, y dice que estos años han sido una locura para nuestras universidades: nos hemos visto obligados a reconvertir todos nuestros estudios a grados y másteres; a ser evaluados, corregidos y en algunos casos incluso suspendidos por las agencias de calidad. Finalmente Giménez-Salinas afirma que "la tarea de adaptación que se realizó durante todos estos años fue muy dura. En mi universidad, en la que reconvertimos unos 80 títulos, si contamos las horas de dedicación que supuso la gestión, planificación y adecuación de los títulos, así como el proceso de tramitación, he calculado que supuso un coste aproximado de 1.500.000 euros, que tuvimos que asumir íntegramente nosotros".
Así, podríamos concluir que, nos solo por los recortes económicos, sino por la situación educativa del país, la implantación del Plan Bolonia es mediocre. Y que la pretendida igualdad del sistema universitario europeo no se está consiguiendo.
Muchos de estos malos resultados se han achacado a que la población joven española no está interesada en formarse a través de estudios superiores. Sin embargo, los datos confirman lo contrario. España está muy por encima de la media de la UE en cuanto a escolarización primaria y superior se refiere.
Los datos de Clasificación Nacional de Educación (CNED) en 2011 en su informe para la UE, arrojaba como resultado que nuestro país es uno de más escolarizados de los 27. En España, el porcentaje de mujeres de 25 a 34 años con nivel de educación superior y Doctorado es del 44,1%, el de varones es del 34,4%. En la UE-27 estos porcentajes son 38,7% de mujeres y 29,8% de varones.
Entonces, si a pesar de los recortes, las subidas, y el descontento generalizado de los estudiante por la situación de la universidad, los datos nos muestran que el nivel de licenciados es más que aceptable ¿dónde y cuál es la astilla clavada en la educación universitaria española? Pues, que al igual que ocurre con la administración pública del país, la universidad española es una enorme nación compuesta por pequeños reinos de Taifas y enmarcada por las duplicidades administrativas y el desbordamiento de funciones innecesarias.
Hay quien está desbordado y hay quien sigue funcionando más o menos como antes. Pero incluso cuando estamos desbordados, el problema es no tanto Bolonia como el aumento de burocracia que hemos sufrido con su implantación. Por ejemplo, se han creado numerosas comisiones para diseñar cada uno de los aspectos de Bolonia dentro de cada titulación (léase tutorías, horarios de clases prácticas, trabajos de fin de grado...), y cada una está realizando su trabajo lo mejor que  puede, pero a menudo ignorando que en conjunto están obligando tanto al profesor como al alumno a una carga burocrática excesiva. Por ejemplo, los seminarios acaban siendo una continuación de las clases magistrales o simplemente no han sido preparados, y el resultado son dos horas poco provechosas. Además, la mayor incongruencia es que los profesores ponen mucho trabajo a los estudiantes durante la evaluación continua (lo cual es adecuado) pero no te devuelven los cuatro ensayos que has tenido que escribir durante el trimestre hasta después del examen final (A directamente, no se devuelven. Y lo que es peor, en muchas ocasiones ni se puntúan ni se tiene en cuenta para la nota final. Si no que se trata del pasaporte que te lleva a jugártela en el examen, como ocurría antes del Plan Bolonia.
En resumen, la propuesta de Bolonia es una relación de feeb-back entre universidad-ciudadano; profesor-alumno. Pero si no recibes "feed-back", no hay posibilidades de mejorar. Y los principales actores de que se genere esta relación son los profesores. Sin embargo, la falta de aplicación por parte de los profesores que estaban acostumbrados a sólo corregir los meses de exámenes finales es la verdadera realidad. Podemos suponer que también están desbordados, presionados por la investigación y el aumento de horas (sumado a la reducción de salario). Pero el sistema sigue fallando.
Se han tardado varios lustros en homogeneizar el sistema universitario europeo, la Declaración de Bolonia fue firmada en 1999 ¿Se ha conseguido en este tiempo aumentar la calidad de la docencia y de la investigación en la universidad? Parece que sí, aunque  habrá que explorar el sistema universitario dentro de unos años para confirmar esta tendencia.  
La comunidad universitaria es bastante conservadora, en el sentido de que le cuesta adaptarse a los cambios, gracias en parte a la "libertad de cátedra", que se utiliza a menudo como excusa para no cambiar, y es demasiado fácil echar la culpa de cualquier problema de rendimiento al alumno. También es cierto que se pretende cambiar el producto sin cambiar la maquinaria universitaria, es decir, ofrecer algo distinto pero con la misma plantilla de profesores y personal de servicios que antes. En el caso de Bolonia, todavía llevamos poco tiempo para poder apreciar realmente cuáles han sido los aspectos positivos y cuáles hay que mejorar.
Así, hasta que en España no se mejoren los problemas internos a nivel educativo, tanto en estadios económicos como administrativos, será casi imposible que esto planes de igualdad con el resto de Europa se adopten en todos sus niveles. Mientras, solo nos queda saber que nuestra opinión puede ser callada y escondida, como hemos expresado en los primeros párrafos de este reportaje, porque hasta el momento la implantación de Bolonia en nuestro sistema educativo es mediocre.

Christian Doblado Ruiz-Olivares.

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